Lo de los Rascas de la ONCE está alcanzando límites insospechados. Sobre todo las estrategias para captar cada vez más clientes. Por cierto, clientes que no están sometidos a ningún tipo de vigilancia ni control. Ya se han registrado varios casos de puntos de venta cercanos a colegios dónde los vendedores entregan su boleto a menores de edad.
Ahora la ONCE en sus casetas estampa un mensaje claro. Jugar a los Rascas está BIEN JUGADO. La pregunta es ¿por qué?. ¿Por qué está bien jugado los Rascas y no introducir unos euros a una máquina B en un bar?. ¿Por qué está bien jugado los Rascas y no acudir a un salón a pasar un rato divertido mientras se ve un acontecimiento deportivo y se comparte charla y copas con amigos?. ¿Por qué está bien jugado los Rascas y no desde la comodidad de tu casa disfrutar de unas partidas de poker?. Porque eso es lo que está trasladando la ONCE a la opinión pública. Sus juegos son responsables y seguros. Los de los operadores privados están muy lejos de tal condición.
La última prueba la hemos visto en el ataque frontal en Castilla y León. Demandando que la futura Ley incluya una distinción clara entre ambos operadores y ensalzando el trabajo de la Organización Nacional de Ciegos Españoles y veladamente cuestionando la integridad de los operadores privados.
La ONCE quiere hacerse con toda la tarta del juego, por supuesto con la connivencia de su principal socio el Gobierno presidido por Pedro Sánchez. Un capítulo más de un conflicto que no parece dar tregua.